Las alitas de Buffalo son un elemento básico en la cocina estadounidense, particularmente en bares y restaurantes, y encarnan una combinación de sabor a pollo frito crujiente con una salsa audaz y picante. Tradicionalmente hechas con una salsa picante simple y mezcladas con mantequilla derretida, la esencia de las alitas de Buffalo no solo reside en su preparación, sino también en los acompañamientos que ofrecen; servidas calientes, a menudo vienen con un dip refrescante, típicamente hecho con queso azul o aderezo ranch. La importancia cultural de las alitas de Buffalo data de 1964, cuando Teressa Bellissimo las inventó en el Anchor Bar en Buffalo, Nueva York, creando un plato que pronto sería icónico y amado por muchos. Comer alitas de Buffalo puede ser casi un ritual, donde los comensales deben prepararse para una experiencia desordenada pero divertida. Es una comida social perfecta que une a amigos y familiares. Para quienes aprecian la variedad, no duden en experimentar con diferentes salsas, desde barbacoa con miel hasta ajo y parmesano. Un plato bien equilibrado, aportan especias, proteínas y un toque crujiente en cada día de partido o reunión informal.